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JUEGOS ISTMICOS

Los Juegos Ístmicos, por su parte, se convirtieron en unos juegos panhelénicos en 582 a.C. Incluían competiciones poéticas y musicales y, si es cierto el testimonio de Plinio, también concursos de pintura, así como un programa de pruebas atléticas y ecuestres como el de los Juegos Olímpicos, aunque con algunas diferencias. Por ejemplo, además de las cuatro carreras de Olimpia, en el Istmo se corría también la llamada «carrera hípica», con una distancia de cuatro estadios (unos 750 metros). Los atletas se dividían en tres categorías según su edad (hombres, «imberbes» y niños) y los vencedores recibían como premio una corona que en el siglo V a.C. era de apio seco, pero que anteriormente se confeccionaba con las ramas del gran bosque de pinos que rodeaba al santuario, una tradición que se recuperó en época romana.


Los Juegos Ístmicos fueron unos Juegos Panhelénicos de la Antigua Grecia, en honor de Poseidón. El santuario panhelénico de este dios en Istmia fue acondicionado para darles acogida.

La excepcional situación geográfica de Corinto en el estrecho istmo que une las dos partes de la Grecia continental, contribuyó al éxito y a la importancia política de los Juegos Ístmicos, con Poseidón y Melicertes como figuras clave.

 Características 

Los Juegos Ístmicos tenían lugar cada dos años en primavera y duraban varios días.

El programa abarcaba certámenes gímnicos (carrera, pugilato, pancracio, pentatlón) e hípicos. ​ Además, cuando en el siglo IV a. C. se construyó el teatro se añadieron competiciones musicales y poéticas y es posible que incluso hubiera un concurso de pintura. Se registran victorias de mujeres tanto en competiciones atléticas como poéticas y musicales pero se desconoce si la participación de las mujeres en estos juegos tenía carácter habitual o era esporádica.

Durante los juegos se celebraban rituales religiosos que incluían, sacrificios y una procesión en honor de Poseidón, Anfitrite, Leucótea y Palemón.

El premio para los vencedores consistía en coronas de pino, que posteriormente fueron sustituidas por otras de apio y luego se volvieron a usar guirnaldas de pino. 


Historia 

Los Juegos Ístmicos, un viajero del siglo II d.C., recoge la tradición según la cual fueron instaurados en recuerdo del niño Melicertes, con el que su madre Ino, enloquecida, se arrojó al mar, tras lo cual ella se transformó en la diosa marina Leucótea y él en el dios niño Palemón. Por su parte, Plutarco atribuye la fundación de los mismos juegos al héroe ateniense Teseo, quien los habría organizado en honor de su padre Poseidón, renovando un festival anterior dedicado a Melicertes.
El hecho habría tenido lugar en el año 1258 a.C., según el llamado Mármol de Paros, una cronología de la historia griega realizada en el siglo III a.C. sobre una estela de mármol.


En la Antigüedad, a lo largo y ancho del mundo griego se celebraban innumerables competiciones deportivas, pero había cuatro que descollaban sobre las demás: los Juegos Olímpicos, los Píticos, los Ístmicos y los Nemeos. Todos ellos se celebraban en lugares con una fuerte impronta sagrada.

Tal era el caso del santuario de Olimpia, al noroeste de la península del Peloponeso, donde se alzaba un gran templo en honor del dios Zeus.



JUEGOS TODOS LOS AÑOS


Desde principios del siglo VI a.C. se instituyó, pues, el ciclo de grandes juegos panhelénicos, abiertos a atletas y aficionados de todo el mundo griego. Para todos ellos se decretaba una «tregua sagrada», que proclamaba la inviolabilidad de atletas y espectadores durante las competiciones, incluyendo un amplio lapso de tiempo antes y después de las mismas a fin de garantizar la seguridad durante el viaje de ida y regreso a sus respectivas ciudades. Las competiciones tenían lugar en magníficas instalaciones de las que hoy conservamos restos aún imponentes, como el teatro de Delfos, los espléndidos estadios de Delfos y Nemea, los restos del teatro y el estadio de los Juegos Ístmicos (que han permitido reconstruir el mecanismo utilizado en las carreras pedestres para que los corredores salieran al unísono) o los baños para los atletas en Nemea, provistos de un elaborado sistema de conducción de aguas.



Los juegos se sucedían a intervalos regulares y captaban la apasionada atención de todos los griegos. De hecho, no había un solo año en el que los aficionados se vieran privados de un gran certamen deportivo, y los años pares podían incluso disfrutar de dos de ellos: los Ístmicos y los Olímpicos en un caso (los primeros en abril-mayo, y los segundos en julio-agosto), y al cabo de dos años los Ístmicos y los Píticos (estos últimos tenían lugar a finales de agosto). En el verano de los años impares se celebraban los Juegos Nemeos. Esos cuatro juegos formaban el llamado períodos, el Gran Slam del deporte antiguo, y el atleta que conseguía vencer en todos ellos recibía el título de periodoníkes. En el propio santuario o de vuelta a casa los vencedores eran celebrados por todo lo alto, a menudo mediante poemas llamados epinicios, encargados a los mejores poetas. Píndaro, el más famoso de estos cantores, proclama en la octava de sus Odas Píticas, dedicada a Aristómenes de Egina, vencedor en la lucha en los Juegos Píticos del año 446 a.C.: «Quien ha obtenido un triunfo reciente, en su inmensa felicidad alza el vuelo llevado de la esperanza por una hazaña que le da alas».

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